Como preparar tu cuerpo para la transición del calor al frío
En nuestro universo todo está en constante cambio, en constante movimiento y nosotros los seres humanos no somos la excepción y como tal en cada cambio de estación debemos adaptarnos a la nueva energía que nos rodea, de la cual somos parte.
La medicina oriental nos ayuda a despertar nuestro sentido común y nos enseña a relacionar todos los fenómenos tangibles e intangibles de la naturaleza desde las cinco transformaciones:
Primavera
Madera
Verano
Fuego
Verano tardío
Tierra
Otoño
Metal
Invierno
Agua
Cambia el clima, la humedad, la luz, la atmósfera. Cambian los alimentos que nos proporciona la tierra, nuestras necesidades, nuestras emociones.
El verano se corresponde con el elemento fuego.
Los órganos relacionados con esta estación son: corazón e intestino delgado.
Color: el rojo.
Sabor: amargo.
Emoción: alegría.
Nos encontramos bajo la influencia de una energía más expansiva, en un ambiente cálido, nos rodea la alegría, la temporada de vacaciones, los colores, el salir de la rutina, los amigos, los viajes, etc.
Es una época en que tenemos menos apetito, comemos platos más ligeros, con menos cocción y menos sal, crudos, ensaladas, platos refrescantes, frutas, zumos, helados, bebidas frías, postres.
Pero cuando finaliza la temporada de vacaciones, y llega la vuelta al cole, nos encontramos con el Verano Tardío, desde los últimos días de agosto hasta mediados de octubre. Este período se corresponde con la transformación Tierra.
La bien llamada Madre Tierra siempre nos proporciona el alimento a quienes en ella habitamos, nos acoge, nos sostiene, nos conecta con nuestra esencia más profunda. Nos da semillas, frutos y nos permite indiscriminadamente disponer de ellos para nuestra nutrición.
En esta etapa, nuevamente tenemos necesidades diferentes, necesitamos volver al centro, recuperar el orden. Aparecen los colores amarillos, se recogen las cosechas, las calabazas, zanahorias, castañas. Las hojas de los arboles se van transformando en amarillas, preparadas para caer en otoño y los días se van haciendo más cortos.
Es un período intermedio que nos brinda la naturaleza para preparar el cuerpo al cambio de las estaciones más cálidas a las frías.
Los órganos más activos son: el estómago – bazo – páncreas.
El color: amarillo, ocres y marrones.
Sabor: dulce.
La emoción: la compasión.
Es momento de recoger energía, de almacenarla y prepararse para cuando llegue el frio. Momento de depurar los sobrantes, los excesos del verano.
Debemos empezar a eliminar de nuestro plato frutas y verduras crudas, batidos que enfrían y depuran e introducir cocciones cortas, salteados rápidos, cremas y purés de verduras, platos más energéticos, sal con cautela, miso, algas, alimentos que nos den un impulso y tonifiquen la energía interna para prepararnos para el frio venidero.
Necesitamos entonces, un poco más de fuego en las cocciones, sabores dulces que nos proporcionen una energía estable y duradera, que calmen y den calor interno, que relajen y fortalezcan la digestión, que proporcionen bienestar. Me refiero a dulces naturales polisacáridos presentes en los cereales integrales, algunas verduras y legumbres.
El mijo es el cereal más adecuado, de color amarillo y lleno de minerales, mantiene los niveles de glucemia estables en sangre; la calabaza, las judías y los garbanzos, las castañas, las coles de bruselas, el brócoli, la coliflor y demás alimentos de la estación.
Entre las algas, las arame y sus maravillosos minerales nos fortalecerán internamente y ayudarán a desintoxicar de forma natural.
Si continuáramos alimentándonos para el verano durante el verano tardío, el frio interno que nos proporciona la alimentación propia del verano y el frio que empieza a sentirse en el ambiente, da como resultado un exceso que debe ser regulado y eliminado en forma de resfriado, diarrea, fatiga, desánimo, etc.
El grupo de órganos que se encuentran más activos en este período, cumplen importantes funciones. El bazo, que además de gobernar la voluntad y la memoria, controla los líquidos que circulan por el cuerpo, es el encargado junto con el estomago de transformar los alimentos y el agua en sustancias nutritivas, en energía y en sangre, para sustentar las funciones de nuestro organismo. Estos dos órganos junto a la ayuda del páncreas mantienen los niveles de glucemia en la sangre.
Además de ello, el bazo es parte del sistema inmunológico, es el órgano que esta a la cabeza de este maravillosos sistema de protección.
Es momento de ser consecuentes y darnos cuenta que si comemos adecuadamente, nuestro sistema inmunológico nos protegerá de posibles virus y bacterias. La verdadera solución está en lo que comemos, en cómo nutrimos nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.
Estamos dotados y capacitados de todo lo necesario para llevar una vida sana y feliz. Honremos nuestra naturaleza humana y aceptemos el reto de vivir plenos.
Os propongo un delicioso plato de garbanzos cocinados junto con castañas y calabaza. Acompañado de unas croquetas de mijo con algas arame y verduras de estación al vapor sería un menú muy equilibrado para el verano tardío.
Recetas
Estofado de garbanzos con calabaza y castañas
Ingredientes:
- 1 vaso de garbanzos cocinados
- 2 cucharadas de castañas pilongas dejadas a remojo unas 4 horas
- 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 300 gr. de pulpa de calabaza extraída
- 1 cebolla roja cortada a cuadritos
- 2 dientes de ajo
- 2 zanahorias medianas cortadas a rodajas
- 2 hojas de laurel
- hojas de perejil para decorar
Preparación:
- Cuece las castañas en agua durante 20 minutos o hasta que estén blandas y resérvalas.
- Vacía la calabaza y córtala en trozos medianos
- Pela los ajos y pícalos gruesos.
- Calienta una sartén y saltea en el aceite de oliva la cebolla, el ajo, la zanahoria, la calabaza y el laurel. Añade sal marina sin refinar
- Incorpora las castañas y continua salteando
- Cuando todo esté crujiente, incorpora los garbanzos y rectifica de sal
- Retira a los 5 minutos, y sirve dentro de la calabaza vaciada y decora con perejil.
Croquetas de mijo con algas Arame
Ingredientes:
- Una taza de mijo
- Un puñado de algas árame dejadas a remojo
- Sal marina sin refinar
- Aceite de oliva
- 1 cucharada de sésamo
Preparación:
- Ponemos 2 ½ tazas de agua en una olla.
- Añadimos el mijo lavado.
- Llevamos la olla a fuego alto hasta que hierva. Añadimos una pizca de sal, dejamos hervir 10 minutos y tapamos. Bajamos el fuego a mínimo, hasta que se seque el agua.
- Extendemos la mezcla sobre una bandeja para que se enfríe.
- Mezclamos el mijo con las algas arame escurridas.
- Mojamos las manos, cogemos masa, hacemos una forma de croqueta y la rebozamos con las semillas de sésamo.
- Freímos en aceite caliente las croquetas.
- Escurrimos sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite.